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PRIMERA ORDEN – 1209

PRIMERA  ORDEN – 1209

ORDEN DE FRAILES MENORES  (OFM)

Bernardo, Pedro, Gil, Angel... los primeros que entusiasmados por el ideal de Francisco dejaron sus bienes para unirse en la misma elección evangélica. De este modo nació en el 1208 la fraternidad franciscana, Orden de los Frailes Menores. Francisco los llamó »menores», pues así, en su época, se denotaban quienes en la sociedad ocupaban el último lugar.

Las »Fuentes Franciscanas» nos narran el tipo de vida que los primeros frailes menores llevaban: »oraban, trabajaban con sus propias manos, se ponían al servicio de los pobres y de los enfermos, vivían en fraterna caridad y perfecta obediencia, no poseían nada y pedían consejo al obispo de Asís». Ponían en práctica en forma auténtica el Evangelio: ‘proclamad que el reino de los cielos está cerca... gratuitamente lo recibísteis; dadlo gratuitamente. No toméis oro, ni plata, ni cobre, ni alforja, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón...» (Mt 10, 7-10).
Durante los siglos siguientes fue muy grande la actividad desarrollada por la primera orden que fue identif icándose en el tiempo en las tres familias: frailes menores conventuales, frailes menores y capuchinos.

* Frailes menores conventuales
La familia de los frailes menores conventuales, históricamente se caracterizó por la »conventualidad», esto es, valorizó el »convento» franciscano transformándolo en presencia y signo de mediación cultural con el mundo. Las expresiones más significativas son los estudios teológicos, las grandes universidades y las bibliotecas.
Siguiendo el ejemplo de San Antonio, de San Buenaventura, Duns Scoto etc. quienes supieron aunar la oración y el estudio con la predicación de la salvación al pueblo, se hicieron promotores de las primeras escuelas de teología, respondiendo en este modo a las exigencias de la Iglesia que requena para la predicación la ayuda doctrinal de la teología.
Hoy día el contacto vivencial con el pueblo de Dios se efectúa con la mediación de las grandes basílicas, centros de espiritualidad y metas de peregrinaciones, con los centros de prensa, con los estudios de teología para los laicos, en las misiones y en la ayuda apostólica al clero diocesa no.


* Frailes menores
Con los grandes santos, San Bernardino, San Juan de Capestrano, San Jaime de la Marca, San Pedro de Alcántara etc. la Orden Primera recobró el entusiasmo de sus orígenes y con la reforma promovida por ellos
volvió a sus características de los primeros tiempos: predicación popular, asistencia a los enfermos, acción social (montes de piedad), etc. A motivo de su gran difusión en las ciudades y aldeas, el pueblo los denominó simplemente »franciscanos».
También hoy su presencia en el mundo sigue siendo numerosa. Generosa y nutrida es su entrega a las misiones donde predican la Palabra también con la ayuda de los mass-media. Su presencia en los lugares franciscanos de más caracterización continúa alimentando la espiritualidad franciscana en el diálogo directo con los valores genuinos de la vida franciscana.


* Frailes menores capuchinos
La exigencia de volver a las fuentes primigenias de la vida franciscana encontró una expresión muy significativa en la reforma capuchina. Fueron propiamente los frailes capuchinos con su espíritu de contemplación seráfica, de penitencia, de profunda humildad, a promover en la sociedad italiana de los siglos XVI-XVII la cultura de los auténticos valores franciscanos. El pueblo les manifestó siempre su estima y veneración. Ellos ofrecieron su presencia apostólica por sobre todo a los más humildes con las misiones populares.
Aún hoy siguen gozando de una especial simpatía en el pueblo cristiano. La familia capuchina ha dado además a la Iglesia características figuras de santos.

SEGUNDA ORDEN – 1209

SEGUNDA ORDEN – 1209

ORDEN DE HERMANAS CLARISAS

Del corazón de Francisco, abierto a la contemplación y dispuesto a testimoniar a Cristo entre los hombres, tuvo origen la nueva «forma de vida» que comenzó con Clara de Asís. En San Damián, después del encuentro con el Crucifijo, colocando los ladrillos en las paredes caídas de esa iglesita, Francisco pensaba en otras «piedras vivas’» capaces de restaurar la Iglesia viva, mediante «su diálogo con el dulcísimo Dios».

Clara, el reflejo puro de Francisco, recibió de él en la Porciúncula, el basto sayal y el velo. Seguida luego por otras «damas», dió comienzo a la primera fraternidad de las «hermanas pobres» en San Damián.


Adoptaron una forma de vida totalmente nueva para ese tiempo: eligieron la pobreza extrema, «vivían del trabajo de sus manos y no aceptaban ninguna donación», con el fin de poder servir con corazón libre a Cristo pobre y humilde.

Unidas a la Orden primera «itinerante» en los caminos del mundo, ellas se transformaron en la fraternidad «orante» que testimonia el Evangelio en la fe, en la esperanza y en la total separación del mundo.

 

El influjo de Clara, «dama del Evan gelio sigue en el tiempo. Muchas jóvenes emprendieron el mismo camino. Se fundaron muchos monasterios en Europa, en América y otros continentes.
Las hermanas Clarisas son las continuadoras de la obra de Santa Clara.

 

Bendición de Santa Clara


El Señor las bendiga y las guarde; les muestre su faz y tenga misericordia de ustedes; les vuelva su rostro y les dé su paz, hermanas e hijas mías, a ustedes, y a todas las que han de venir y permanecer en su comunidad y a todas las demás, tanto presentes como futuras, que han de perseverar hasta el fin en todos los otros monasterios de las Damas Pobres.


Yo Clara , servidora de Cristo y pequeña planta de nuestro padre San Francisco, hermana y madre suya y de las demás hermanas pobres, aunque indigna, ruego a nuestro Señor Jesucristo que, por su misericordia y por la intercesión de su santísima Madre santa María, del bienaventurado san Miguel Arcángel y de todos los santos Ángeles, de nuestro bienaventurado padre san Francisco y de todos los Santos y Santas de Dios, el mismo Padre celestial les dé y confirme esta su santísima bendición en el cielo y en la tierra; en la tierra, multiplicándolas en gracia y en virtudes entre sus siervos y siervas en su iglesia militante; en el cielo, ensalzándolas y glorificándolas entre sus Santos y Santas en su Iglesia triunfante.


Las bendigo en mi vida y después de mi muerte, en cuanto puedo y más aún de lo que puedo, con todas las bendiciones con que el Padre de las misericordias bendijo a sus hijos y a sus hijas y los bendecirá en el cielo y en la tierra, y con las que el padre y la madre espirituales bendijeron y bendecirán a sus hijos e hijas espirituales. Amén.
Sean siempre amantes de sus almas y de todas sus hermanas, para que observen siempre solícitamente lo que al Señor prometieron.


El Señor esté siempre con ustedes y ojalá ustedes estén siempre con El.

TERCERA ORDEN - 1221

TERCERA  ORDEN  - 1221

TERCERA ORDEN  SEGLAR    (O.F.S.)


Tomás de Celano, biógrafo del santo de Asís, escribió que «mucha gente del pueblo, nobles y plebeyos, clérigos y laicos, tocados por ia divina inspiración, comenzaron a seguir a Francisco... deseosos de militar para siempre bajo su guía y a sus órdenes... A todos daba una norma de vida y les enseñaba el verdadero camino de la salud, a cada uno según su condición...».
Nació así la Orden Tercera u Orden Franciscana Seglar, llamada «la obra maestra de San Francisco»’, un nuevo modo de vivir el evangelio en la cotidianidad de la vida familiar y social.
Francisco veía así realizado su gran sueño: llevar a toda la familia humana los auténticos valores cristianos: la caridad, el perdón, la fraternidad.
Permaneciendo en el mundo y en el propio Sitio de trabajo, los franciscanos seglares continúan viviendo hoy esta nueva forma de santidad «laica’», sobre las huellas de San Francisco; manifiestan a los hombres, cualquiera sean sus condiciones de vida, que es posible ser auténticamente cristianos y comunicar a los demás la revelación del Evangelio.
La Orden Tercera ha dado muchos santos a la Iglesia, primera de todos, Isabel de Hungría; entre sus filas, a lo largo de los siglos, se han contado personalidades ilustres, papas, reyes, artistas, científicos.

TERCERA ORDEN REGULAR   (T.O.R.)


«La Orden Tercera Regular fue una emanación directa y espontánea de la Orden Tercera instituida por San Francisco para los seglares».
Los primeros núcleos fueron los pequeños grupos de terciarios que, cuando todavía vivía Francisco, se retiraron en celdas, en ermitas o en los hospitales, dedicando su tiempo a la oración, a la penitencía y al servicio de los pobres y los peregrinos.
Junto a los Terciarios regulares, crecieron simultáneamente las Terciarias regulares.
El siglo XIX señaló, para la Orden Tercera Regular, una vivida «explosión de caridad’» con el nacimiento de varias congregaciones religiosas femeninas, nuevas manifestaciones de la riqueza franciscana. Ellas tuvieron su origen entre la gente humilde y anónima, haciendo resplandecer de alegría y simplicidad su servicio a los más necesitados.
En los últimos tiempos la espiritualidad franciscana ha inspirado también algunos activos Institutos Seglares.